Por Geraldine García, coordinadora de mercadeo y publicidad de CALMA
MAkTUB, “Todo estaba escrito” y estaba escrito que me convertiría en madre por tercera vez un jueves de marzo del 2016 es así que llega a mi familia Alyssa mi pequeña princesa para completarla, tras un trabajo de parto arduo me enamore por tercera vez, el tiempo se detuvo y mi cuerpo que estaba agotado despertó. La maternidad esta vez me encontró más serena, más segura de mí como mujer y como madre, ahora Aly está próxima a cumplir 10 meses y aun nos estamos conociendo y descubriendo, son sus ojos espejos, inmensidad y eternidad que me miran a mí.
Nuestra historia de leche nació con un antecedente crítico “No debía lactar” con la llegada de mi segundo hijo hace 5 años me diagnosticaron hipertiroidismo y por recomendación médica no debía hacerlo, pese a esa condición, esta vez no me daría por vencida, firmes como familia en nuestro deseo de amamantar, recibimos el acompañamiento del personal de CALMA que vivieron junto a mi esta nueva maternidad y que brindaron no solo su consejo técnico, su escucha atenta, sino su solidaridad para alcanzar la lactancia materna exitosa, es así que di inicio a la tarea de sensibilización del personal médico para que conociera más del caso, para nuestra alegría a la llegada de Alyssa pudimos amamantar.
En nuestra historia, muchos días nos descubrió el amanecer mirándonos, fue en el silencio de la madrugada que viéndola prendida de mi pecho que entendí toda la teoría sobre la alimentación al seno materno, eran mis brazos, mi palpitar y mi respirar que hacían algo más que saciarle el hambre, le estaba protegiendo, le estaba formando.
Los días pasaron rápido, se acercaba el tiempo de regresar a mi trabajo, Aly casi cumpliría los 4 meses, es así que tras pensarlo mucho decidí enviar una carta a la Junta Directiva y Dirección Ejecutiva de CALMA, solicitando la extensión de la licencia de maternidad para las empleadas de la institución (alguien me decía que no hay peor lucha que la que no se hace), con agradecimiento recibimos la noticia que había sido aprobado, así que tendríamos 30 días más, seguimos así disfrutando de la lactancia materna 24/7.
Se cumplió el tiempo previsto y regresé a mi trabajo dejando en casa mi alma completa y un frezzer con la reserva de leche para mi bebé, se lee fácil pero aun ahora se me nubla la vista y se me hace un nudo en la garganta, no faltaron los días en que fue inevitable llorar en el baño, en el que el dolor de los pechos me recordaba que me hacía falta un pedazo de mí, llegaron los días en que se escondía la leche y regresaba a casa sin alcanzar mi meta para el día siguiente, aun con ello, día tras día visite nuestro lactario, tres veces durante mi jornada de trabajo, y guardaba la leche de mi bebé en una refri que decía “solo leche materna”, 21 onzas diarias de leche para mi bebé, 21 onzas que no eran solo mías, eran de mi esposo e hijos que con paciencia me animaron y fueron brazo firme en el que descanse, 21 onzas que eran de mi madre que inquebrantable me acompaño, 21 onzas de mi familia que por nosotras oro, 21 onzas de mi jefe que con cariño me decía “ya vas a ir al lactario”, 21 onzas de CALMA, y así, no solo fueron 21 onzas de leche materna para mi bebé, a los casi 10 meses son ya 2,139 onzas, llenas de todos más que alimento, más que tiempo, más que inmunoglobulinas, soy yo para ella, oro líquido, sangre y amor, leche materna para mi bebé.
Ahora seguimos caminando y descubriéndonos, Aly y yo, seguimos escribiendo nuestra historia de leche.
*Geraldine García es salvadoreña, mercadóloga y consejera en lactancia materna, parte del equipo de trabajo del Centro de Apoyo de Lactancia Materna CALMA, institución con más de 36 años de experiencia.