Geraldine Blanco
Muchas veces mal dormida, medio bañada, medio comida esa es la realidad de muchas de las mujeres cuando tenemos un bebé recién nacido en casa, esto es independientemente si somos primerizas o no. La maternidad supone un gran reto en todos los sentidos, es una experiencia transformadora, pero que también nos puede llevar al límite en determinadas situaciones, porque la exigencia es máxima.
El estrés mismo de enfrentarnos a lo desconocido, “la Crianza” “el primer baño”, “sacar el aire después que se alimenta” o “los moquitos cuando están engripados” todo representa un verdadero reto y por supuesto la lactancia materna también, -la cual debe ser enseñada y acompañada para que se desarrolle con éxito a pesar de ser un proceso natural-.
Cuando un bebé pequeño llora a menudo hay quien en sus consejos acaba echando parte de la culpa a la madre con el típico: "es que lo que tienes que hacer es estar más tranquila... te pones nerviosa y claro, le pasas los nervios a través de la leche".
En ese instante, nos sentimos culpables, como consecuencia damos apertura a dudas e inseguridades, mismas que terminan pesando sobre nuestra confianza para amamantar y la decisión para hacerlo, pensamientos como "esto de ser madre no está siendo tan idílico como creíamos" y sucede lo impensable y necesario, nos echamos a llorar sintiéndose aún más presionadas. Y aquí es cuando uno se pregunta: ¿Será verdad? ¿Pueden las madres pasar los nervios y el estrés a sus hijos a través de la leche materna?
En el proceso de amamantamiento la hormona prolactina es la responsable de la producción de leche y la oxitocina llamada también “hormona del amor” se encarga de la bajada de la leche, del trabajo de ambas hormonas se logra instaurar la lactancia materna, todo va bien hasta que entra en escena el cortisol hormona del estrés y la ansiedad.
Si la oxitocina ayuda para la bajada de la leche, ¿Qué pasa con el cortisol?
¿Qué dice la evidencia científica?
En un estudio* realizado en 2007 con 253 madres y sus bebés de dos meses, se analizó el nivel plasmático del cortisol, que es prácticamente igual al de la leche a más cortisol en la sangre, más cortisol en la leche y se evaluó el comportamiento de los bebés, comparado con bebés que tomaban leche artificial. Los investigadores observaron que cuando las madres tenían
Con estos datos concluyeron que el modo de vivir o sentir la vida de las madres podía también servir como ejemplo o guía para dar forma al desarrollo del temperamento de los bebés. El estrés no los va a tener el bebé por la leche que mame, la leche no se arruina o se descompone, si bien los niveles más altos de cortisol en plasma ponen a los bebés más alerta, cuando se habla de “estrés en el bebé” mucho tiene que ver el ambiente que viva a diario.
Da igual que sea la madre, el padre o la abuela. Si estás nervioso, si su llanto ya te desespera, si no le estás tratando con cariño, el niño no se va a calmar, porque le coges tenso, le coges con más fuerza, este lenguaje corporal comunica y puede afectar el estado de ánimo.
¿Qué hacer?
Debemos ayudar a las madres a que, si están nerviosas o estresadas, puedan realizar acciones para vivirlo mejor, lo que implica vivir una maternidad más saludable, siendo imprescindible el apoyo, empatía, solidaridad.
Las madres perfectas no existen, sin embargo, el deseo de no fallar y de llegar a ser una madre 10 está presente en todas o casi todas, aun cuando no lo reconozcamos, requerimos del apoyo del entorno para que vivamos la maternidad saludable.
¿Qué podemos hacer? Tomando en cuenta que cada persona tiene su manera de relajarse, podemos intentar con los siguientes ejercicios:
Importante: No resuelva el estrés tomando medidas que no son saludables. Esto incluye beber demasiado alcohol, consumir drogas o fumar; todo esto puede ser perjudicial para el bebé. Tampoco es saludable comer demasiado en respuesta al estrés.
*Postnatal maternal cortisol levels predict temperament in healthy breastfed infants.
Importante: No resuelva el estrés tomando medidas que no son saludables. Esto incluye beber demasiado alcohol, consumir drogas o fumar; todo esto puede ser perjudicial para el bebé. Tampoco es saludable comer demasiado en respuesta al estrés.
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